lunes, 4 de abril de 2011

Los liquidadores

 
 
El primer acercamiento en helicóptero evidenció la magnitud de lo ocurrido en Chernobil.
 El núcleo del reactor 4 estaba expuesto al aire y la nube radioactiva se expandía. Pero no valía mirar desde el aíre, había que entrar.
La unión soviética reclutó un ejercito de bomberos, soldados y voluntarios, que intentaron minimizar el desastre nuclear. Los robots no resistían y el instrumental se fundía en el interior por la radiación. Con rudimentarios trajes de plomo, que pesaban 35 kilos, y mascaras obsoletas fabricadas por ellos. Estos hombres, conocidos como Liquidadores, se enfrentaban solos a una radiación equivalente a la producida por 500 bombas atómicas.
La misión era correr hasta el techo del reactor y en turnos de dos minutos, con una pala o con sus manos, arrojar al interior los restos de combustible nuclear. Un suicidio desconocido por todos.
Eran treinta segundos de trabajo efectivos. Algunos de estos héroes eran militares que cambiaron dos años en las trincheras de Afganistán por unos días en Chernobil. A otros les aumentaron el sueldo y algunos voluntarios querían salvar a su patria del apocalipsis atómico. Al final un diploma y un apretón de manos, pero el valor de estos liquidadores evito una tragedia mayor

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